Laclau/Mouffe — Hegemonía y estrategia socialista 3 ‣ Resumen de Flor Mayén

Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista, Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987, Capítulo 3.
Síntesis y resumen de Flor Maribel Mayén Muñoz

Síntesis

Desde la visión racional del siglo XVII, el hombre es una entidad autodefinida que mantiene relaciones exteriores con el universo. En el siglo XVIII se intenta recuperar el concepto de la unidad y romper con la dialéctica; se usa la razón, pero sin dualismos e integrando contradicciones.

Hegemonía supone un campo dominado por una práctica y no el nombre de un complejo relacional, dado que implica la presencia separada de los elementos que la práctica recompone: en este sentido la hegemonía es una articulación.

La resultante de esta práctica articulatoria es el discurso. Una estructura discursiva no es cognoscitiva o contemplativa, sino una práctica articulatoria que constituye y organiza a las relaciones relacionales sociales. Los «momentos» son posiciones diferenciales, en tanto que aparecen articuladas en el interior del discurso. Mientras un momento se abstraiga de la articulación se denominará «elemento».

«Sujeto» debe entenderse en el sentido de “posiciones de sujeto” en el interior de una estructura discursiva. Existe una experiencia del límite de toda objetividad que tiene una forma de presencia discursiva llamada antagonismo.


Más allá de la positividad de lo social. Antagonismo y hegemonía


El vínculo hegemónico, que funda en la afirmación del carácter relacional de toda entidad social donde se disuelve la diferenciación de planos entre articulante y articulado, requiere la negociación entre superficies discursivas contradictorias.

Cuando nuestros ideales concuerdan entre sí, nuestros poderes y todo aquello con que nos relacionamos sin ninguna acción de nuestra parte se encuentra una articulación. Y una relación de diversos poderes y necesidades que el hombre organiza es una mediación.

Articulación es una práctica y no el nombre del complejo relacional. Esta práctica implica la presencia separada de los elementos que la práctica recompone. La multiformidad de lo social no puede ser capturada a través de un sistema de mediaciones, ni el orden social puede ser concebido como un principio subyacente.

Hay tres observaciones a lo anterior:

1. Mediación y articulación son dos lógicas muy distintas. En el caso de las mediaciones, se trata de un sistema de transiciones lógicas que concibe las relaciones entre objetos como siguiendo una relación entre conceptos y en el segundo caso, se trata de las relaciones contingentes cuya naturaleza debemos intentar determinar.

2. Una crítica a la concepción de la sociedad como un conjunto unificado de leyes necesarias no puede reducirse a señalar el carácter no necesario de la relación entre elementos, ya que esto mantendría el carácter necesario de la identidad de los elementos mismos.

3. Indica dispersión dentro del discurso que postule la unidad entre los elementos, a lo que se llama fragmentación.

Una estructura discursiva no es cognoscitiva o contemplativa, es una práctica articulatoria que constituye y organiza a las relaciones relacionales sociales.

Formación social y sobredeterminación


Según Althusser la totalidad hegeliana se trata de una complejidad inherente a una pluralidad de momentos en un proceso único de autodespliegue donde, al ser identificadas las diferencias con mediaciones necesarias en el autodespliegue de una esencia de lo real al concepto, la complejidad althusseriana es una complejidad inherente a un proceso de sobredeterminación.

A partir de la lingüística y el psicoanálisis, sobredeterminación es un proceso reducido en última instancia a una metáfora establecida por analogía con el mundo físico, compatible con cualquier forma de multicausalidad; es una fusión que supone formas de envío simbólico y una pluralidad de sentidos. Este concepto se constituye en el campo de lo simbólico y carece de toda significación al margen del mismo.

El carácter simbólico-sobredeterminado de las relaciones implica la carencia de literalidad que las reduce a una ley inmanente. La sociedad y los agentes sociales carecerían de esencia y sus reguladores consistirían en las formas relativas y precarias de fijación que han acompañado a la instauración de un cierto orden.

Este concepto no se pudo introducir al marxismo porque se contradecía con el discurso de Althusser sobre la «determinación en última instancia por la economía». Si se aplica este planteamiento a todo tipo de sociedad, debe definirse todo tipo de sociedad particular y sus condiciones económicas. Pero si las condiciones de existencia abstraen toda relación social, su única realidad es la de asegurar la existencia y el papel determinante de la economía: La diferencia no es constitutiva.

Además de ser determinados por la economía nos enfrentamos a una determinación y no una sobredeterminación. El campo de la sobredeterminación es limitado: el campo de la variación contingente frente a la determinación esencial.

Al probar la inconsistencia lógica de los lazos necesarios que se postulaban entre elementos de la totalidad social y mostrar la imposibilidad de unificarlo, la consecuencia fue que la crítica al racionalismo originario se verificó en un campo que aceptaba los supuestos analíticos del racionalismo a la vez que negaba una concepción racionalista de lo social.

Al romper con la totalidad del esencialismo ortodoxo a través de la crítica a todo tipo de fijación, se afirma el carácter incompleto, abierto y políticamente negociable de toda identidad: la sobredeterminación.

Articulación y discurso


  • Articulación: práctica que establece una relación tal entre elementos, cuya identidad resulta modificada como resultado de esta práctica.
  • Discurso: totalidad resultante de la práctica articulatoria.
  • Momentos: posiciones diferenciales, en tanto que aparecen articuladas en el interior del discurso.
  • Elemento: toda diferencia que no se articula discursivamente.

1. Coherencia: regularidad en la dispersión. Una dispersión puede ser vista desde dos perspectivas:
  1. Dispersión: el punto de referencia respecto al cual los elementos pueden ser pensados como dispersos.
  2. Regularidad: conjunto de posiciones diferenciales que en ciertos contextos de exterioridad puede ser significada como totalidad. Este aspecto será al que nos referimos.

2. Todo objeto se constituye como objeto de discurso, en la medida en que ningún objeto se da al margen de toda superficie discursiva de emergencia. Toda distinción entre aspectos lingüísticos y prácticos de una práctica social son distinciones incorrectas o deben tener lugar como diferenciales internas a la producción social de sentido, que se estructura bajo la forma de totalidades discursivas.

Lo que se niega es la afirmación de que los objetos pueden constituirse como objetos al margen de toda condición discursiva de emergencia. El carácter de toda estructura es material y no mental.

Los elementos lingüísticos y no lingüísticos no están meramente yuxtapuestos, sino que tiene un sistema diferencial y estructurado de posiciones, es decir, un discurso. Las posiciones diferenciales consisten por tanto, en una dispersión de elementos materiales muy diversos.
  • La materialidad del discurso no puede encontrar el momento de su unidad en la experiencia o en la conciencia de un sujeto fundante, ya que el discurso tiene una existencia objetiva y no subjetiva, por el contrario, diversas posiciones del sujeto aparecen dispersas en el interior de una formación discursiva.
  • La práctica de la articulación como fijación/dislocación de un sistema de diferencias tampoco puede consistir en meros fenómenos lingüísticos; sino que debe atravesar todo el espesor material de las instituciones, rituales, a través de las cuales se estructure un discurso.
  • La consecuencia de romper con la dicotomía discursivo-extradiscursivo es abandonar también la oposición pensamiento-realidad y ampliar inesperadamente el campo de las categorías que pueden dar cuenta de las relaciones sociales.

3. La articulación sería imposible si la lógica relacional y diferencial de la totalidad discursiva se impusiera sin limitaciones. Ya que todo elemento sería momento.

Categoría del sujeto


«Sujeto» debe entenderse en el sentido de “posiciones de sujeto” en el interior de una estructura discursiva. Los sujetos no pueden ser el origen de las relaciones sociales, ni siquiera en el sentido limitado de estar dotados de facultades que posibiliten una experiencia, ya que toda experiencia depende de condiciones discursivas de posibilidad precisas; razón por la cual, participa del carácter abierto de todo discurso y no logra fijar totalmente dichas posiciones en un sistema de diferencias cerrado.

El marxismo respondido teórica y políticamente a la diversificación y dispersión de las oposiciones de sujeto de los agentes clasistas respecto a las que hubieran debido ser las formas paradigmáticas de su unidad. Afirma que la lucha política económica de los obreros están unificados por el agente social concreto que las lleva a cabo. Este razonamiento se basa en una falacia: la expresión “clase obrera” es usada de dos modos distintos. Por un lado, para definir una posición específica de sujeto en las relaciones de producción; por otro, para nombrar a los agentes que ocupan esa posición de sujeto. Así se crea la ambigüedad: las posiciones que ocupa ese agente, son también posiciones obreras.

La categoría de sujeto no puede establecerse ni a través de la absolutización de una dispersión de posiciones de sujeto, ni a través de la unificación igualmente absoluta en torno a un sujeto trascendental. La categoría de sujeto está penetrada por el mismo carácter polisémico, ambiguo e incompleto que la sobredeterminación acuerda a toda identidad discursiva.

El momento de cierre de una totalidad discursiva que no es dado al nivel objetivo de dicha totalidad, tampoco puede ser dado al nivel de un sujeto que es fuente de sentido, ya que la subjetividad del agente está penetrada por la misma precariedad y ausencia de sutura que cualquier otro punto de la totalidad discursiva de la que es parte.

La falta de sutura provoca la dispersión de las posiciones de sujeto pero tampoco constituye una solución: al no consolidarse ninguna posición y consolidarse como posición separada, hay un juego de sobredeterminación entre las mismas que reintroduce el horizonte de una totalidad imposible.

Antagonismo


Existe una experiencia del límite de toda objetividad que tiene una forma de presencia discursiva llamada antagonismo.

Según Colleti «oposición real» es el principio de contrariedad y obedece a la fórmula «A—B»: en la cual cada uno de sus términos tiene una positividad propia, independiente su relación con el otro. Mientras que “condición lógica” es la categoría de contradicción y obedece a la fórmula «A—no A», en donde la relación de cada término con el otro agota la realidad de ambos.

La contradicción tiene lugar en el campo de la proposición; solo a un nivel lógico-conceptual podemos incurrir en contradicciones. La oposición real tiene lugar en el campo de los objetos reales, ya que ningún objeto real agota su identidad en su oposición a otro objeto, sino que tiene una realidad propia independientemente de aquella. Concluyendo que si Hegel reducía la realidad al concepto podía introducir la contradicción de lo real, lo cual sería incompatible con una filosofía como el marxismo que parte del carácter extramental de lo real.

En el universo hay objetos reales y conceptos, con lo cual el punto de partida y supuesto permanente de análisis es la separación de pensamiento y realidad, con lo cual se destruye las credenciales de la “oposición real” y de la “contradicción” para ser categorías que den cuenta de los antagonismos.

El antagonismo no puede ser una oposición real. Lo antagónico, en la lucha de clases, es el acto físico por el que un policía golpea a un obrero. Oposición es el concepto de mundo físico extendido metafóricamente al mundo social o a la inversa.

La contradicción no implica una relación antagónica. La oposición real y la contradicción son relaciones objetivas. La oposición real está entre objetos reales y la contradicción entre objetos conceptuales, pero en ambos caso es algo que los objetos ya son, lo que hace inteligible la relación.

El antagonismo es, en cambio, una relación en la que se muestran los límites de la objetividad. No es interior, más bien es exterior a la sociedad. Establece los límites de la sociedad, para constituirse plenamente.

La equivalencia crea un sentido que es parasitario. Las diferencias se anulan en la medida en que son usadas para expresar algo idéntico que subyace a todas ellas.

Hegemonía


El campo general de la emergencia de la hegemonía es el de las prácticas articulatorias, en el que los elementos no han cristalizado en momentos. En un sistema cerrado de identidades relacionales, en el que el sentido de cada momento está absolutamente fijado, no hay lugar alguno para una práctica hegemónica. Un sistema plenamente logrado de diferencias que excluyera todo significado flotante, no abrirá el campo a ninguna articulación, el principio de repetición dominaría toda práctica en el interior de lo mismo y no habría nada que hegemonizar. Es por que el carácter de la hegemonía supone el carácter abierto e incompleto de lo social que solo puede constituirse en un campo dominado por prácticas articulatorias.

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