Emancipación, libertad y hegemonía ‣ Bitácora de Lucía Luengas

Bitácora de la sesión del día 5 de abril de 2013. Texto estudiado: Ernesto Laclau, «Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la constitución de lógicas políticas» en Judith Butler, Ernesto Laclau, Slavoj Žižek, Contingencia, hegemonía, universalidad, Buenos Aires, FCE, 2000, pp.49-94. Versión de Lucía Luengas Pérez

Comenzó la sesión con las preguntas. Eduardo Eguiarte cuestionó: ¿por qué es concebida la libertad como la conciencia de la necesidad? Laclau se encuentra en contra de esta afirmación, es una idea que atribuye sobre todo a Hegel, si bien puede encontrarse ya en otros filósofos.  El yo es un sujeto, cuya nota definitoria es la razón. Pero aún no se dice cuál es el contenido de esa razón. Las dos notas características del hombre son: la razón y la libertad. Y ¿en qué consiste la libertad? Es la facultad de decidir y, uno de los primeros contenidos que ponemos es decir que libertad significa “hacer lo que yo quiero”. Pero entonces, ¿qué quiero? Si yo digo que quiero algo externo, es el objeto externo el que me está determinando. Es más claro con un objeto que se desea adquirir. Pero, si todos hacen “lo que quieren”, habrá caos porque lo que yo quiero afectará a otras personas y así, a su vez todos se afectarían. Todo sería al revés, sin la propiedad privada, y demás limitantes.

Cuando el objeto determina al sujeto, no hay libertad. ¿Qué es lo que quiero? No es algo que solo se ocurre, por eso se insiste que no es libertad, porque hacer “lo que yo quiero” está determinado por discursos que yo mismo no he elaborado. Únicamente soy libre si yo establezco el contenido de mis acciones, esto es, si me auto-determino. La libertad consistirá en el ejercicio de la razón, porque cuando yo soy sujeto de mis pasiones me subordino. En medida en que razonamos, somos libres. Pero, ¿cuál sería el contenido de la libertad?, ¿dónde soy verdaderamente libre?

La libertad consiste en tomar una decisión que no tiene que ser con base en una pasión, determinar no que quiero tal cosa u otra; consistirá en determinar no otra cosa sino, a sí mismo. Cuando los pueblos están en lucha por su libertad, se afirma que buscan su autodeterminación, y por tanto, conseguir la autonomía, normas y leyes para sí mismos. La libertad consiste, pues, en la capacidad de autodeterminarse el contenido de la conciencia. En otras palabras, seguir la razón. La libertad consiste en la conciencia de la necesidad, porque para ser verdaderamente libres, no simplemente debo de ejercer la razón sino dar contenido a la razón. ¿En qué consistirá la mayor libertad pensada? ¿cuál será el contenido?

Cuándo soy más libre, cuando pienso los pros y los contras o cuando soy consciente, ¿de que soy consciente? El profesor mencionó el siguiente ejemplo: un pueblo será libre cuando sea autoconsciente, pues la libertad consiste en una forma específica de ser. Hablamos de necesidad en términos ontológicos (o de realidad). Libertad no es hacer cualquier cosa, sino, hacer lo que dicta la razón por eso la libertad es conciencia de la necesidad, porque la razón no dicta cualquier cosa.

No basta ser consciente de que yo me puedo determinar: yo no determino un objeto por lo que es, sino por lo que el objeto no es. ¿Cómo puedo llegar a la autoconciencia? Para llegar a la conciencia de ti, tienes que pasar por un equivalente, establecer una lucha entre dos conciencias en aquella que lucha por su reconocimiento. Todo el tiempo lo que yo estoy buscando es el reconocimiento de los demás. Ser reconocidos por lo que decimos, lo que somos. Aunque sea una muestra, una suerte de imposición sobre los demás a que me reconozcan. Laclau, en fin, se opone a este argumento y apuesta, más bien, por una conciencia del carácter «contingente» de las sociedades, cuya misma inestabilidad es condición de la democracia.

Vanessa García preguntó qué es el Estado de sujeción. Al inicio de su artículo, Laclau refiere la Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, donde Marx habla de la “revolución total” que se diferencia de todas aquellas revoluciones “parciales” de un grupo contra otro. Para ser posible una revolución en términos generales, se requiere que un cierto grupo combata a otro, pero ese grupo requiere coaligarse con otros grupos en contra del hegemónico. Para acceder al poder, un grupo requiere, sobre todo, presentar los objetivos de la revolución no son sólo como propios, sino como benéficos para todos. Un ejemplo sería la contraposición entre el proletariado y la clase burguesa, que es la que lo somete: para que esta “contradicción”, se vuelva una contradicción hegemónica, deben unirse aquellos grupos que no están sometidos a la sujeción del proletariado (definido por no poseer más que su tiempo, y venderlo). ¿Cómo lograr que que estén convencidos de la necesidad de la revolución y que crean que los beneficia?

Entonces, en una sociedad articulada hegemónicamente, ¿son libres? Laclau disiente de la libertad hegeliana de la “conciencia de la necesidad”, porque implica que haya un cierto recorrido que es indispensable andar para alcanzar la autoconciencia. La libertad sólo es posible al ejercicio de la razón donde en la cumbre del pensamiento me doy cuenta de que soy realmente libre. Pero no se puede dar otro contenido que no sea del sí mismo. No es una articulación contingente, sino que debe suceder. Pero la hegemonía es posible sólo donde hay contingencia. Solo en la medida en que hay libertad —entendida como la posibilidad de ser o no ser—, es posible la hegemonía. Ningún régimen ha podido marcar como totalitarista. La articulación hegemónica es lo que propone Laclau: la radicalización de la democracia, llevar esta inestabilidad hasta la radicalización.

¿La libertad es entonces un término universal? El significante “libertad” se ha establecido como hegemónico, como un reclamo social. Gracias a que el término libertad está incompleto, puede reivindicar (aplicable a todo momento, universal) no tiene un contenido como tal, esto es, no está cerrado en su significación. Libertad implica la idea de que cualquiera puede acceder al poder: es democracia. El término “libertad” permite reclamar porque es lo suficientemente amplio para reivindicar otros derechos.

La clase continuó desarrollándose, con base en los siguientes puntos.

1. La universalidad y su vínculo con la emancipación
2. La hegemonía y su posible superación
3. Las dimensiones de la relación hegemónica

1. La universalidad y su vínculo con la emancipación


Revoluciones “parciales” serán todas aquellas que han acontecido donde hay un grupo que accede al poder tras conseguir el consentimiento de otros grupos, por ejemplo en la Revolución Francesa. Los intereses particulares se presentan como intereses universales, y esto ha sido un “engaño”. La revolución “total” se da, en cambio, no cuando un grupo engaña a otros, sino, cuando en verdad el grupo representa los intereses de la sociedad completa. La condición es que ese grupo represente a todos en el nuevo Estado, lo cual no parece posible en principio, porque no habría revolución sin inconformes. Sin embargo, el proletariado tiene la particularidad de que representa el conjunto de las necesidades sociales: de acuerdo con el marxismo, la universalidad del proletariado consiste en que no tiene intereses específicos que defender. El proletariado es una clase universal porque no posee nada, no tiene nada que defender más que su carácter universal (su “humanidad”). La revolución total sólo es posible bajo la propia dinámica capitalista donde los pobres están totalmente desposeídos.

A pesar de los pronósticos, no se ha dado de manera prístina la simplificación de la estructura de clase: es necesario establecer una mediación política entre ciertos grupos que pueden hacer la revolución. La mediación política es ya la condición misma de la emancipación, pues para que un grupo logre la revolución total requiere presentar su propia emancipación parcial como la emancipación de todos los demás grupos. Un ejemplo serían, los negros de Estados Unidos, quienes apelaron a una universalidad, al término de libertad. Presenta su emancipación parcial como total.

La intervención de los actores sociales determinan en forma parcial la objetividad, es decir, cuando se hace un esquema de un grupo que tiene sometido a otros grupos, da la impresión de que un grupo ya está constituido y entonces establece los límites a otros grupos, como la clase burguesa establece a los subordinados.

La identificación de los diversos elementos no es una simple prolongación de un sistema de dominio donde un interés particular incide sobre los intereses de los individuos que forman parte de la hegemonía, sino que hay una articulación entre la universalidad y la particularidad, y en eso consiste una victoria hegemónica. Cuáles son los cánones universales, será la hegemónica: en consecuencia, no tiene sentido hablar de una “determinación económica en última instancia”. La centralidad que articula no es la base económica, que es la lectura clásica de la determinación en última instancia, sino que tiene un nombre: la hegemonía que, según Laclau es la articulación que funge como base de la estructuración social.

Una universalidad absolutamente universal, es decir, donde no hay grupos con intereses particulares y contrapuestos, no podrá constituirse como hegemónica. Porque ya veíamos que la universalidad no permite una confrontación entre las diversas particularidades. La sociedad civil, se entendería como algo de interés común. El espacio público y privado no están tan separados. Existe una serie de obstáculos para la superación de la relación hegemónica.

2.  La hegemonía (capitalista) y su posible superación


El capitalismo maduro no avanza hacia una creciente homogeneización de la estructura social. Parecía que, por la propia dinámica capitalista, habría un aumento de los proletarios en la medida en que los que producen no de una manera industrial, tendrán que emplearse en una fábrica. Este desarrollo puede observarse en las migraciones de campesinos hacia las urbes cuando no pueden competir contra empresas, o también entre los artesanos quienes deben ofertar sus mercancías a precios que redundan en el abandono de esa actividad. Sin embargo, la “proletarización” no ha implicado la homogeneidad de “explotados” que volvería evidente la necesidad de alzarse contra los “explotadores”.

Da la impresión de que los objetivos de un grupo particular los consiguen gracias a una suerte de manipulación de los intereses de los demás. Para hacerlo, debe mostrar un grupo que el conjunto social es un crimen.

3. Las dimensiones de la relación hegemónica


1. La desigualdad de poder es constitutiva. Si todos estamos en las mismas condiciones de poder: “Tiene sentido delegar en alguien el poder, el soberano”. Pero si partimos de la desigualdad, para que una clase social se presente como la que debe estar en el poder, el modo de legitimar el derecho a gobernar es decir que sus objetivos particulares son los únicos que permiten funcionar a la sociedad. Esto, es que un sistema de dominación siempre es particular.

2. Hay hegemonía, sólo si se mantiene la dicotomía universalidad particularidad: es indispensable pasar por la particularidad. Para acceder a lo universal, se debe querer acceder de manera directa, pero ello supone que las relaciones sociales son transparentes. No se puede acceder de manera directa, siempre accedemos por la particularidad de un grupo.

3. La relación hegemónica siempre ésta medida de la universalidad, pues requiere producir significantes tendencialmente vacíos. El contenido de libertad era más claro en la Revolución Francesa, ahora cada vez es más vacío. Es ese mismo vacío el que permite la lucha de poder, no hay una representación total y transparente que los objetivos actúen en nombre de una universalidad que los trasciende.

4. Generalización de las relaciones. Lo universal es un lugar vacío; es una imposibilidad. Como universal permite la confrontación entre los diversos grupos. Laclau está hablando de la necesidad de la universalidad: es la necesidad es una imposibilidad porque un lugar vacío, como universal, permite la confrontación que solo se llena con los diferentes grupos.

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