Subordinación, opresión y antagonismos emergentes ‣ Bitácora de Yatzín Domínguez

Bitácora de la sesión del 15 de febrero de 2013. Texto estudiado: Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista, Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987, capítulo 4.
Versión de Yatzín Domínguez Ordaz

La clase se dividió en cuatro partes:
  1. Ronda de preguntas
  2. Algunos conceptos clave
  3. La dupla de subordinación y opresión
  4. Antagonismos emergentes y cambios hegemónicos

Ronda de preguntas


Para dar inicio a la sesión, Eduardo Eguiarte preguntó si existe una relación necesaria entre una desigualdad económica y una desigualdad política. Para esto, el profesor invierte la pregunta: en qué medida una y otra esfera están en relación. Sin embargo, señala que en el texto que estamos revisando de Laclau y Mouffe, no se describe que haya una relación necesaria entre una desigualdad y otra, para los autores las inequidades existentes de orden político y económico son relativamente autónomas. Se puede plantear que están separadas o que una implica o refleja a la otra. Si son lo mismo, los intereses políticos están directamente en función de las relaciones económicas, pero si son dos ámbitos distintos, se tiene que establecer cómo se relaciona la una con la otra: el problema radica en encontrar el espacio común en donde estas se relacionan, ya que para los autores no existe un espacio fundado a priori a la experiencia política.

A continuación, Eduardo planteó una segunda pregunta: ¿a qué se refieren los autores cuando hablan de positividad y negatividad en cuanto a un grupo social? Hablar de un aspecto social positivo es hablar de aquello que existe. Recordemos que el término «positivo» se refiere a los «hechos», y cuando los autores hablan de «negatividad» social, se refieren a lo contrario, a lo que no es un hecho, aquello que no es real.  Si hablamos de los hechos, entonces solo se puede hablar de aquello que ya está constituido; en cambio, lo que se quiere saber es cuál es el estatuto de lo que no está constituido, o sea de lo negativo. El problema teórico y práctico de la positividad, es que limita cualquier posibilidad de transformación en aras de ser «realista». La falacia está en pensar que los hechos son en sí mismos y que no están en función de una construcción discursiva. Cuando construimos un hecho, este responde a un discurso, porque el hecho no es «real» en el sentido de que su ser actual no agota su ser posible. Lo positivo puede ser lo no real, ya que este da pauta a lo que viene después.

Algunos conceptos clave


Después, el profesor mencionó algunos conceptos que no fueron explicados en la sesión anterior. Define lo que es «sujeto», «antagonismo», «equivalencia» y «diferencia», a partir de la explicación de Laclau y Mouffe.

Respecto al concepto de «sujeto», existe una disputa acerca de este a partir del marxismo, porque implica pensar quién es el sujeto de la historia, es decir, de qué manera se está constituyendo. Cabe señalar que no es lo mismo sujeto que individuo, ya que un individuo es aquel que no puede ser dividido, en cambio nosotros somos mucho más que individuos, somos sujetos, construidos a partir de discursos.

Hay diversos problemas respecto a esta categoría, el primero es saber si el sujeto tiene un carácter discursivo o pre-discursivo, es decir si todo sujeto es independiente de los discursos o no. Pero Laclau y Mouffe se centran en que no existe una conformación del sujeto sin los discursos. El hombre solo se subjetiva en función de los discursos. Los discursos no son simplemente lo que tengo en la cabeza sino también aquello que se materializa, o sea las prácticas. Sin embargo, si planteamos que los sujetos son condicionados por los discursos, se crean una serie de problemas de orden político y económico, ya que para los marxistas los sujetos son las clases sociales que están constituidos en torno a intereses ya dados por las relaciones de producción. Con esto encontramos una diferencia respecto de la situación marxista en cuanto al sujeto.

Lo segundo es la categoría de «antagonismo». Debemos señalar que los límites del discurso son los límites del antagonismo. Pero, ¿cuándo comienza a existir un antagonismo? Para que una relación sea antagónica, requerimos que los elementos no estén completos, y por eso son antagónicos: porque se complementan. El límite del discurso es el antagonismo en la medida en que la presencia del otro impide y previene en sí mismo que sea completamente.

Los últimos dos conceptos son los de «diferencia» y «equivalencias». La lógica de la equivalencia es aquella donde se cancelan las diferencias, unas y otras son radicalmente distintas, y esta será de corte unívoco. En este sentido la equivalencia implica una identidad. En la lógica de la diferencia se cancelan las equivalencias, en donde cada grupo de interés es distinto y no pueden comunicarse entre sí. Es, por ello, de orden equívoco. Los autores buscan plantear un punto medio que no sea completamente la lógica de diferencia o equivalencia, sino un punto intermedio, un tanto inestable: ese punto es la política.

La dupla de subordinación y opresión


En el cuarto capítulo los autores hablan de tres relaciones: relación de subordinación, relación de opresión y relación de dominación. La relación de subordinación es aquella en donde el agente es sujeto a las decisiones del otro, pero una relación de subordinación no es necesariamente de opresión. Para que se convierta en una relación de opresión necesitamos antagonismo, y para que esta relación de opresión sea una relación de dominación, necesitamos que la relación de subordinación sea ilegítima.

Es necesario un discurso para que se interprete la relación de subordinación como ilegítima: para que haya opresión, el término clave es el carácter «ilegítimo». La relación de dominación produce un antagonismo, y automáticamente produce una relación de opresión. La pregunta sería si hay antagonismos que son esenciales o no, sin necesidad del discurso. El primer problema es ¿qué significa estar sometido a las decisiones del otro? El segundo es ¿cómo determinamos la «ilegitimidad» de un discurso (que siempre será en detrimento de otro discurso)?

Antagonismos emergentes y cambios hegemónicos


En términos generales sabemos que el sujeto de la historia era el proletariado. Los nuevos movimientos sociales son tan diferentes al proletariado que lo único que los une es una cosa, que no son movimientos obreros, es decir, que no son movimientos que estén buscando reivindicar intereses económicos. Para eso tenemos que entender dos tendencias que han marcado al siglo XX como fuente de subordinación y de antagonismo:

  • Mercantilización: El sistema económico incide cada vez más en una mercantilización sobre bienes y servicios. Esto ha implicado nuevos antagonismos en la medida que ha creado nuevas relaciones de subordinación. La creación de una mercancía como el agua embotellada implica una relación de subordinación que no existía, y eso da pauta a que los discursos que la justifican se conviertan en ilegítimos para los afectados, y a partir de eso vendrán los movimientos de reivindicación. Esta mercantilización genera nuevos antagonismos con los cuales hay que estar negociando para la creación de una nueva hegemonía.
  • Intervención del Estado: También generadora de nuevos antagonismos: esto sucede en el momento en que se establece como un universal el Estado de bienestar, que, si bien permite la recreación del capital, la reproducción del sistema capitalista, también ha logrado mejoras sustantivas en la calidad de vida de los ciudadanos. Cuando nadie se opone al sistema económico se está implicando que no hay opresión, en la medida en que estamos indicando lo contrario de ilegítimo. También encontramos un cambio a lo que conocemos como público y privado.

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