Unidad de teoría y praxis ‣ Bitácora de Lucía Luengas

Bitácora de la sesión del 22 de febrero de 2013. Texto estudiado: Antonio Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Buenos Aires, Nueva Visión, 1971, Capítulo II.
Versión de Lucía Alejandra Luengas Pérez

La clase del día viernes 22 de febrero se desarrolló conforme a los siguientes puntos:
  1. Sesión de preguntas
  2. Conclusión de la clase del día viernes 15 de febrero: ¿En qué medida el Estado de bienestar genera nuevos antagonismos?
  3. Conclusión de la clase del día miércoles 20 de febrero: ¿Por qué y cómo se rigen las nuevas cosmovisiones?
  4. Clase del día, puntos de desarrollar:
    1. La problemática unidad o la tendencia, entre teoría y praxis
    2. La propuesta de una filosofía de la praxis

Sesión de preguntas


En un primer instante, Yatzín Domínguez cuestionó: la hegemonía realizada significa la crítica a la filosofía surreal dialéctica, por tanto, todos somos filósofos divididos en intelectuales y masas simples; el trabajo del intelectual es llevar a las masas a una concepción superior de la realidad bajo la filosofía de la praxis, y ¿esa conformación es la hegemonía? A lo que el profesor contestó: la hegemonía debe someterse a una constante crítica. Como surgen nuevas confrontaciones, no es un datum, algo positivo, ni dado. Las nuevas confrontaciones implican un desajuste en la hegemonía actual, que deben rearticularse. A lo que Yatzin cuestiona:  la crítica de la que habla Gramsci, ¿es la real dialéctica? En respuesta al cuestionamiento, el profesor dice: la dialéctica, no es sólo una forma de ser propia del intercambio de ideas, sino de la relación del hombre con las cosas; en una confrontación con la cosa se hace cambiar la idea de la cosa mencionada. No hay un trato directo, sin leguaje, de las cosas.

¿Por qué no confronto directo con las cosas? Porque todo aquello de lo que yo puedo hablar ya lo construí con el lenguaje, pero eso no significa que nada más esté en mi cabeza, sino, que cuando Gramsci habla de la relación dialéctica de la teoría con la praxis, no significa que las ideas de los intelectuales están por un lado y la gente actuando por otro, sino que deben existir en interrelación. No se pueden dar de manera separada, esto trae consecuencias y Gramsci lo que busca es una nueva hegemonía; busca la hegemonía del final de la historia: La superación de los conflictos (que nadie sabe cómo será).

Yatzin recapituló: si la hegemonía realizada es la crítica real de la filosofía(...), ¿por qué es la hegemonía realizada? El profesor contestó: la unión entre los intelectuales con las masas simples es la crítica real de la filosofía porque todos los hombres somos filósofos, sin embargo, no significa que todos tengamos conciencia, porque eso sería una versión en sentido amplio, se requiere una visión en sentido estricto (de los especialistas). Todos somos en efecto filósofos en la medida en que poseemos una concepción del mundo. La filosofía, no solo es una conciencia del mundo, sino una autoconciencia, y lo es en sentido estricto porque ser filósofo es ser crítico con la construcción del mundo.

Pero con lo que debe cumplir este intelectual, según Gramsci, es con el acercamiento a las masas para las que tenga sentido la nueva concepción del mundo. No es una crítica real la filosofía que no se transforma en concepción del mundo.

Yatzin realizó otra pregunta: Para Gramsci, ¿qué es inmanencia? Lo opuesto a la trascendencia es a la inmanencia, es algo así:  no me interesa vivir la vida en función del bien porque el bien es un objeto trascendente, yo no rijo mi vida por esos conceptos trascendentes, no buscar la justicia en el reino de Dios, sino aquí y ahora, no en función del «cielo» o el «juicio final». Aquí y ahora, no buscar algo que trascienda, ni supere, sino el presente es lo importante.

El punto es pensar cómo estructurar la sociedad sin caer en una «absoluta perversión». Quizá se podría proyectar como ejemplo el famoso capítulo de los Hermanos Karamázov conocido como «El gran Inquisidor» de F. Dostoievski. Jesucristo baja de nuevo al mundo y se encuentra con el gran Inquisidor, el poder temporal en representación del poder eterno. El gran inquisidor ofrece un gran razonamiento acerca de que no se puede llevar a cabo el amor al prójimo aquí en la tierra, el personaje que cuenta la historia es Iván Karamazov, ateo. El asunto central es que uno de los personajes hace una afirmación: si Dios no existe, todo está permitido. En el fondo Gramsci parece tener presente esta afirmación. Dios es así un freno a las perversiones de las masas; en cambio, Gramsci apuesta por una sociedad crítica a través de la búsqueda de la inmanencia. Si Dios no existe, el hombre se puede poner de acuerdo, y por eso podemos transformar la sociedad, no Dios como concepto teológico, sino sustituir la religión de un dios trascendente. Por eso la necesidad de una filosofía de la praxis.

Otra de las preguntas la realizó Eduardo Eguiarte: ¿cuándo se habla de statu quo, se habla de uno o varios? El profesor refiere que bajo los conceptos previamente analizados, existe una hegemonía o varias hegemonías. Bajo una versión marxista tradicional de la hegemonía, el statu quo es uno: por ejemplo, el feminismo es en el fondo una lucha contra el capitalismo. Para Laclau y Mouffe son varios: es uno respecto del cual están luchando los grupos feministas, es otro contra el que luchan los ecologistas. Es una disputa que tiene consecuencias de orden político: quien tiene una posición feminista, ¿por qué se uniría a los movimientos antiglobalización?, ¿son cosas distintas, o no? Esa será la gran pregunta, cuya respuesta determinará nuestra acción política. Es difícil pensar en el concepto hegemonía, no es solo decir que hay una solo lucha, porque si decimos eso, también es necesario establecer cuál es el equilibrio subyacente de fuerzas.

Flor Mayén cuestiona ¿a qué se refiere Gramsci con absorción? Cuando Gramsci habla de absorción, se refiere a la adopción que haces algunas filosofías del marxismo de manera implícita o explícita: algunas reconociendo su paternidad y otras no.

¿En qué medida el Estado crea nuevas confrontaciones?

Conclusión de la clase del día viernes 15 de febrero


El Estado de bienestar es la creencia de que la entidad gobernante está obligada a proveernos servicios, que ahora se consideran un derecho como algo natural. Para que eso se logre se necesitó de infraestructura, luchas, dinero y cosas más. Un ejemplo sería el acceso a un seguro de desempleo, en Alemania, donde te subsidian durante meses mientras te encuentres desempleado, pero está mal visto que alguien viva del mismo. Nuevos derechos generan nuevas confrontaciones. Con respecto a mantener a personas que no hacen nada, algunos objetan que sería mejor quitar esos “privilegios” e invertirlos en la comunidad para beneficio de todos y no solo de un particular.

De la misma manera, frente a los sindicatos hay quienes no están de acuerdo con las cuotas sindicales. En suma, no todos los motivos de confrontación son a causa de la clase social a la que se pertenece. Por ello, Laclau y Mouffe postulan una suerte de «democracia radical». La democracia perfecta sería una dictadura bajo un gobierno totalitario. Si se establecieran medidas estrictas para impedir la corrupción y certificar que todos los políticos tuvieran vocación de servicio, eso ya no sería una democracia sino totalitarismo. La democracia corre el riesgo permanente de transformarse en una demagogia. La demagogia no ve por los intereses de otros, sino, por los de unos cuantos particulares, eso no es ver por el bien común. De lo que se trata es lograr que los intereses de todos sean incorporados y escuchados a la lucha. Democracia radical.

¿Por qué y cómo se difunden las nuevas cosmovisiones?

Conclusión de la clase del día miércoles 20 de febrero


La forma racional de la exposición es necesaria  pero no es decisiva —es creíble que Gramsci haya tenido aquí a Marx como punto de referencia—. No basta tener conocimiento de la cuestión, sino que también es importante la autoridad el expositor. Sin embargo, el proceso de difusión de una cosmovisión se va a vivir como una fe por parte de las masas, porque se va vivir sin cuestionar el por qué y para qué. Las masas solo viven la filosofía como fe. El modo en que el filósofo profesional vive su fe es como crítica. La conciencia de lo que significa su fe, transforma la fe. La conciencia de aquello que creo, no radica en lo que yo digo que creo, sino que se manifiesta en la praxis. La labor del filósofo especialista será tener conciencia de las cosas del mundo que nos están determinando. ¿A qué responde entonces la concepción del mundo? La pregunta fundamental es: «¿quién soy?»; en otras palabras: «¿qué es el hombre?». Las concepciones responden qué es el hombre y su lugar en mundo.

Gramsci está en contra de los conceptos «abstractos» del hombre porque no están sabiendo regresar a su fuente primigenia de reflexión de las concepciones del mundo verdaderamente efectivas. No se trata de elaborar analíticamente qué significa manipulación o educación, sino, de lo se trata es de observar de manera inmanente hoy, aquí y ahora, por qué y cómo estamos siendo manipulados. Partir de lo dado y pensar, por qué tenemos esas ideas.
Esto nos dará pauta para entender el siguiente capítulo.

La problemática unidad o la tendencia entre teoría y praxis


Gramsci muestra una analogía entre Cristo y Marx, que trae a cuento a propósito de la relación Cristo-San Pablo; Marx-Lenin son también como una unidad porque el primero establece los principios de una nueva cosmovisión, y el segundo lo llevó a la práctica efectiva. Lo único que impide la analogía es el carácter divino de la persona de Cristo. Lo que constituye el núcleo de la iglesia católica (su asombrosa continuidad por siglos) es la relativa unidad de una concepción del mundo y una praxis. Las nuevas prácticas se logran gracias a la unión del marxismo-leninismo. Tanto Marx como Lenin tienen la misma relevancia histórica.

La nueva concepción del mundo implica dos necesidades: producir intelectuales y educar a las masas, no se puede tener intelectuales sin influjo en las masas y no masas sin intelectuales. En el Renacimiento hay una profunda renovación en el orden intelectual que apenas si tuvo incidencia sobre el modo de vida de las masas. En cambio, el luteranismo tuvo un cambio en las masas, pero no produjo intelectuales. No hay que pecar de ninguna de las fallas anteriores: el marxismo-leninismo será consecuencia de estos dos: la creación de intelectuales no es nada fácil, porque pueden disentir de la ortodoxia y producir un sismo en el movimiento. Los intelectuales deben renovar y además, refutar a aquellos que cuestionen el movimiento.

La propuesta de una filosofía de la praxis


Los orígenes de la filosofía de la praxis, son:
1. Filosofía clásica alemana (Hegel)
2. Economía clásica inglesa (David Ricardo)
3 Práctica política francesa, y su literatura

Más allá de las fuentes del marxismo, hay un problema teórico al hablar de la «superioridad» de la filosofía de la praxis. Si una de las propuestas es su historicidad —requería del renacimiento y del luteranismo—, es por ende un producto histórico perecedero: entonces el marxismo no es la verdad última. ¿Cómo puedo yo postular su verdad actual? La religión en contraste intenta conciliar las cosas de la historia, pero el marxismo no es una religión, a pesar de que está postulando la reconstrucción histórica de la hegemonía.

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